martes, 2 de noviembre de 2010

como siguen las cosas que tienen mucho sentido

Cuando te conocí no sabía que era lo que iba a suceder entre nosotros, eso es muy cierto, era uno de esos días que no sabes como van a terminar dado que no era mi día propiamente, era el día en que una amiga me invitó a formar parte de una celebración no mía sí de ella; en la lista de invitados imaginaba que iban a estar su familia y sus amigos más cercanos en ningún momento imagine que tú con tus seis letras ibas a estar ahí, ni sabía que ese momento precisamente sería el que encarrilaría dos trenes distintos en una misma dirección.
Ahora sabes que yo no soy de los que se distinguen por guardar la propiedad que los actos protocolarios exigen, mi irreverencia me ha ganado la mala fama de inoportuno pero muy seguramente me ha regalado menos bilis que los que se tragan el coraje de no decir lo que sienten en el momento que ocurre; te orille a un camino del que no podías escapar o mejor dicho del que no querías escapar, presto a las palabras lo que sigue: me gustaste no para un día ni una semana, me gustaste para más que eso; para ser la testigo fehaciente de que algún anónimo en algún momento inmemorial dejo algo para mi en esta caja de pandora que es la vida, y que crees, me toco abrirla y te toco salir o viceversa; la cosa es que nos encontramos en una enmarañada red de historias que nos mantiene afincados a una asfixiante realidad de la que nos escapamos cuando estamos juntos.
Te he dicho que en un mundo de seis mil millones de habitantes, en un país con 110 millones de devoradores insaciables y en una ciudad con tres y medio millones de narices tenía 1/30 500 000 de estar en el mismo sitio que tú y si a ello le agregamos el hecho de estar sentados codo a codo contigo las posibilidades disminuyen.
El amor no es una casualidad -cierto- empezamos como empiezan las cosas que tienen mucho sentido, tomando café, intentando a través de las palabras penetrar esa coraza que nos aparta de la cabal honestidad; te besé, me besaste y al fundirse nuestros labios desparramaron la emoción de sabernos comprendidos, fuimos en aquel beso dos astros cayendo al vacío del no saber que iba ocurrir, pero teniendo una ligera noción de que en la caída o en el ascenso nos mantendríamos juntos porque dos son mejor que uno y amar es en cierto sentido ver con perfección las imperfecciones del otro.
Lo reconozco, la he cagado, pero la vida -grandiosa maestra- aun lo ha cargado todo. Como se cargo a Romeo y Julieta, como se cargo a Lady Di, como se ha cargado a tantos que pudieron tener nuestra historia.
El amor no es algo; es alguien y bien sé que eres tú.
Las cosas han de seguir como siguen las cosas que tienen mucho sentido, yo, entregando lo mejor de mí y viceversa.
Hoy soy el ser mas dichoso de este utópico país.

By Emilio Zúñiga

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